lunes, 15 de febrero de 2021

APRENDER A CONVIVIR


 

APRENDER A CONVIVIR



¿Qué es?

La palabra convivencia es muy usada en distintos ámbitos, muchas veces sin analizar su significado y su sentido. El diccionario de la RAE la define simplemente como la acción de convivir, que a la vez se define como el vivir en compañía de otros. La dificultad práctica es que generalmente no podemos escoger estas compañías, como en los casos de la escuela y el trabajo, entre otras áreas de la vida. La convivencia nos exige un esfuerzo de adaptación, por un lado, y de acogida, por el otro.  Para poder convivir sanamente debemos aprender a negociar y ceder, desarrollar la tolerancia hacia los otros y la no discriminación frente a las diferencias interpersonales

“La idea de convivir con las y los demás es un instrumento entre varios para combatir los prejuicios que impiden la concertación. De esta manera, parecería adecuado que la educación se diera a dos niveles; en un primer nivel, en el descubrimiento gradual del otro; en un segundo nivel, en la participación de trabajos en común, con un método de solución de conflictos presentes. Descubrir al otro u otra tiene una doble misión, una que es enseñar la diversidad de la especie humana, la otra contribuir a una toma de conciencia de las semejanzas y la interdependencia entre todos los seres humanos; ello teniendo en cuenta que el descubrimiento del otro pasa forzosamente por el descubrimiento de uno mismo o una misma”. (Cabildo Verde 2008b)

Esto quiere decir que hay que aprender a vivir junto con los demás en una cultura de paz, respetando los derechos de los demás y, sobre todo, respetando todas las formas de vida sobre el planeta.

Importancia del desarrollo de valores y actitudes



Para poder tener una convivencia pacífica, para interactuar y conocer a los demás y para lograr trabajar por objetivos comunes, es importante desarrollar una serie de valores y actitudes como los que se señalan a continuación:

  • Desarrollo del autoconocimiento y la autoestima. Tarea que niños y niñas deben emprender desde la primera infancia.
  • Desarrollar la empatía, es decir, la capacidad de ponerse en el lugar del otro. Aquí es importante que niños y niñas tengan la oportunidad de iniciarse en la empatía, aunque esta no se adquiera en esta etapa, pero sí se sientan las bases para su desarrollo.
  • Resolución de conflictos sin violencia. Los niños y las niñas se ejercitan en la resolución de conflictos haciendo uso del diálogo y el respeto al otro.
  • Cooperación. Aprenden a compartir y trabajar en equipo por un bien común, disfrutando de las metas alcanzadas en grupo.
  • Tolerancia a las diferencias. Los niños y las niñas se pueden reconocer como diferentes a nivel personal pero iguales en derechos.

 Intervención de la UNESCO

En 1993 la UNESCO conformó una Comisión Internacional y le encargó el análisis del perfil que debería tener la Educación en el Siglo XXI. Esta Comisión, presidida por Jacques Delors, determinó la conveniencia de construirla sobre cuatro pilares fundamentales:



  • Aprender a conocer: Dada la rapidez de los cambios sociales producidos en función del progreso científico y de las nuevas formas de actividad económica y social, es necesario promover el acceso permanente a nuevos contenidos.
  • Aprender a hacer: Más allá de los oficios o profesiones obtenidos, indica la conveniencia de adquirir competencias que posibiliten hacer frente a nuevas situaciones laborales, propiciando el trabajo en equipo.
  • Aprender a ser: Sostiene que el progreso de las sociedades depende de la creatividad y capacidad de innovación de cada individuo o grupo.
  • Aprender a convivir: Alude al desarrollo de conocimientos sobre los demás, sobre su historia, sus costumbres, tradiciones y su espiritualidad en el marco de sociedades cada vez más multiculturales y competitivas.

Si bien los cuatro aprendizajes resultan igualmente significativos, deseamos referirnos al citado (aleatoriamente) en último lugar. El hecho de convivir con nuestros semejantes es un asunto difícil desde siempre y, por cierto, atañe a todos los sectores sociales.

A la escuela le cabe enseñar también modos de convivencia social e institucional. Una de las formas de hacerlo tiene que ver con las ideas y conceptos que propone, y que los alumnos deben aprender como requisito curricular. Si bien esta forma es importante, mucho más significativa resulta aquella otra inherente al modo de convivencia que genera la escuela en su cotidianidad y que involucra a todos sus miembros sin excepción (alumnos, docentes, directivos, preceptores, auxiliares, padres, técnicos, etc). Modalidad que con frecuencia no aparece explicitada en las planificaciones que se establecen o en los tipos de gestión (directiva, pedagógica, etc.) que se enuncian.

¿Qué conceptualizaciones nos ayudan a entender de qué se trata la convivencia escolar ?

Si nos atenemos estrictamente a la etimología y a las distintas acepciones del concepto disciplina (término que no es más que un elemento dentro del campo mayor de la convivencia), tendremos que decir que en las instituciones educativas se ponen en juego dos aspectos inseparables de aquélla:

  • La transmisión de un cierto saber disciplinario (matemática, lengua, historia) a un cierto sujeto (alumno, discípulo) en el marco de un cierto dispositivo (*) pedagógico- didáctico, y}
  • El disciplinamiento (“hacer guardar la disciplina”) de ese mismo sujeto frente al dispositivo disciplinario-disciplinante imperante en una determinada institución.

La persistencia de ambos aspectos favoreció que en los espacios institucionales el término aparezca fuertemente homologado al de conducta, por lo que “tener buena conducta” es igual a ser un alumno disciplinado que aprendió el oficio de ser alumno y viceversa.

Conducta no es lo mismo que disciplina, del mismo modo que disciplina no es sinónimo de convivencia. No simplifiquemos entonces una cuestión de tanta complejidad. La convivencia, en todo caso, es una suerte de transversal que atraviesa toda la trama de relaciones al interior de cualquier institución, una resultante de distintos aspectos o dimensiones, entre los que consignamos los siguientes:

1) la trama vincular al interior de la institución

2) los procesos y estilos comunicativos prevalentes en la escuela, desde la misma a la comunidad circundante y al resto del sistema, y hacia ella.

3) la distribución de poder, los estilos de liderazgo, los criterios o modos predominantes de tomar las decisiones, el estilo de tratamiento ante situaciones conflictivas

4) los umbrales de tolerancia a las discrepancias y la mayor o menor aceptabilidad de la diversidad

5) la historia institucional y el posicionamiento actual frente al proceso de transformación

6) el estilo institucional y el clima de trabajo

7) la relativa definición de su identidad institucional

8) el grado de pertenencia a la institución de los distintos actores, etc.

Habilidades para la convivencia.

Las personas que se llevan bien con los demás tienen buenas habilidades para la convivencia. Estas habilidades se desarrollan cuando las personas se relacionan unas con otras, aprenden cómo son ellas mismas y toman en cuenta los sentimientos de los demás. Es importante para todos saber convivir con cualquier grupo —sea una familia, un grupo de amigos o incluso los compañeros de curso en la escuela.

No basta tener buenos modales para lograr una buena convivencia. Las personas que saben convivir con los demás, saben: 

  • dar y recibir atención, afecto o ayuda. 
  • expresar sus necesidades, sus sentimientos y sus derechos de una manera aceptable. 
  • comunicarse eficazmente

Es importante que los niños que son sordos o que no oyen bien aprendan a convivir. Su habilidad para llevarse con los demás les ayudará a estar menos aislados. Al igual que los niños oyentes, los niños sordos tendrán que desarrollar habilidades para la convivencia observando a las personas a su alrededor y relacionándose con ellas. Eso les ayudará a aprender diferentes cosas, como por ejemplo, tratar con respeto a las personas mayores, pedir permiso para usar las cosas que les pertenecen a otras personas y esperar su turno para participar en una actividad

¿Cómo los niños aprenden a convivir?



No nacemos con la habilidad de convivir. Comenzamos a aprender a convivir en cuanto nos damos cuenta de las demás personas. Después, como niños y como adultos, seguimos desarrollando esa habilidad. Estamos aprendiendo a convivir toda la vida. Al principio, desarrollamos habilidades muy sencillas. Un bebé aprende a sonreírle a su madre cuando ella le sonríe a él, o un niño aprende a esperar su turno para un juego. Pero a medida que un niño vaya creciendo, necesita desarrollar habilidades más complejas para poder llevarse bien con los demás.

El comportamiento ‘correcto’ dependerá de la edad del niño. Si usted espera demasiado del niño, ambos quedarán decepcionados y tristes. Pero, si espera muy poco, él no desarrollará nuevas habilidades. Para información sobre las edades a que los niños desarrollan nuevas habilidades




Los niños aprenden a convivir paso a paso

El desarrollo de las habilidades para la convivencia, al igual que otros tipos de desarrollo, ocurre paso a paso. Para aprender a convivir, una niña necesita darse cuenta de los sentimientos de los demás. También necesita aprender a compartir las cosas con otras personas y a cooperar con ellas. Al principio, una niñita juega junto a otros niños. Eso quiere decir que le agrada estar cerca de ellos cuando juega, pero que no juega con ellos directamente. Luego la niña aprende a jugar con otros niños. Aprende a compartir los juguetes y a jugar juegos en que todos tienen que cooperar. A medida que los niños vayan creciendo, necesitan entender reglas y poder controlar su comportamiento.

En casa


Al principio, los niños aprenden a convivir al observar cómo se comportan sus padres y otros miembros de la familia. Los niños imitan lo que hacen y dicen las otras personas cuando se relacionan entre sí.

Al jugar con otros niños


 Mientras juegan, los niños aprenden a seguir instrucciones, a cooperar, a esperar su turno y a compartir las cosas. Los juegos les ayudan a los niños a entender sus propios sentimientos, a sentirse orgullosos de lo que pueden hacer y a formarse una idea de quiénes son.

En la comunidad

Fuera de su propio hogar y de su familia más cercana, los niños ven cómo los adultos y los niños más grandes hablan, juegan y trabajan juntos. Ésa es la manera de que los niños aprenden a relacionarse con las personas que no son de su familia. Y en ese mundo más amplio, los niños aprenden cómo hacer las cosas de maneras distintas y ensayan diferentes formas de responder a distintas situaciones. Desarrollan sus habilidades para la convivencia a medida que descubran sus propios puntos fuertes y débiles.

Elementos para una buena convivencia

  •  El respeto: Cuando establecemos cualquier tipo de comunicación con otra persona, la primera premisa es aceptar la dignidad de esta persona como tal, sin prejuicios ni discriminaciones, y entender que puedan tener pensamientos y opiniones distintos a los nuestros. Esto no implica que no podamos discutir o combatir estas opiniones, pero siempre respetando a la persona.
  • La afabilidad: Entendiendo ésta como una actitud positiva en nuestra relación con los demás. Un ambiente de cordialidad facilitará nuestras relaciones con los demás pero si nuestra actitud es recelosa o indiferente, difícilmente nos llevará a una convivencia satisfactoria.
  • La inteligencia: En las relaciones sociales, las buenas intenciones no son siempre suficientes. Cuantas veces hemos visto a personas que tienen el dudoso don de la impertinencia y molestan continuamente sin ser conscientes de ello. Para tratar con inteligencia a los demás, es importante saber escuchar e intentar conocer a la otra persona y, en caso contrario, saber callar en determinados momentos. Una persona socialmente inteligente sabe estar y comportarse con personas muy diversas, social y culturalmente, aunque haya tenido quizá menos formación en la infancia. 
  • La educación: Es una de las bases de una buena convivencia, y la podemos considerar como un compendio de los puntos anteriores.
Conclusión. 

 Hablar de este tema es de gran relevancia pues fomenta a uno de los cuatro pilares dela educación, la escuela es, sin duda, un espacio privilegiado para aprender a vivir juntos. Día a día niños y niñas comparten con otros niños en su grupo-curso, en el recreo, en todas las actividades escolares. También se relacionan con sus docentes y otros adultos de la comunidad escolar.

Educar para convivir es educar para mejorar los entornos personales y sociales. Una acción ética que favorece la felicidad cotidiana y que, en última instancia, en la medida en que, por efecto de la educación y el desarrollo humano, se va extendiendo como mancha de aceite a más sociedades, aumenta el valor de la dignidad plena para la toda la humanidad.

Es muy importante ayudar a los niños a convivir con los demás, pero eso en sí no basta. Los niños no sólo aprenden por la forma en que nosotros les enseñamos las cosas y los tratamos. También aprenden cuando observan cómo la gente de su comunidad se trata entre sí.

Cuando les enseñamos a nuestros hijos o alumnos a ser amigos de los niños sordos y a respetar a las personas que son distintas a nosotros, les estamos ayudando a entender que valoramos la compasión. Les estamos enseñando que ayudar a los demás es la responsabilidad de todos.

"Aprender a vivir juntos es aprender a convivir, aprender a ser buenos ciudadanos y aprender a vivir en paz."

Bibliografía

https://hesperian.org/wp-content/uploads/pdf/es_hcwd_2008/es_hcwd_2008_Cap10.pdf

https://www.minam.gob.pe/proyecolegios/Curso/curso-virtual/Modulos/modulo2/2Primaria/m2_primaria/aprender_a_vivir_juntos_y_a_convivir_con_los_dems.html

https://www.calidadeducativa.edusanluis.com.ar/2013/05/aprender-convivir.html

 

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